Un Cordero por familia.
Hemos iniciado unas breves reflexiones sobre los acontecimientos más centrales de nuestra Fe. Los días Santos hacen que nuestra humanidad se cuestione sobre la realidad de Dios que ha irrumpido de manera contundente en la historia cambiando los tiempos y haciendo todas las cosas nuevas.
La expresión que nos narra el capitulo 3 del libro del Éxodo: "Luego el Señor le dijo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos".
Qué ha decidido Dios?
Ha escuchado el clamor, los gritos angustiosos de su Pueblo. Ha visto como son tratados por los capataces. Ha escuchado y visto. Nos impresiona que Dios escuche, que vea, pues más nos debería impresionar que sienta, que nuestros sufrimientos traspasen su humanidad taladrando sus huesos y entregando todo hasta la última gota de Sangre que calme la sed de su Pueblo.
Es en este panorama es donde aparece ese sacrificio expiatorio, ( La expiación es la eliminación de la culpa o pecado a través de un tercero. El sujeto culpable queda absuelto de cualquier pena por medio de un objeto, animal (ej. [chivo expiatorio]) u otra persona '"Cristo"en nuestro caso). Pero todo inicia allá en la respuesta, en la preocupación de Dios por su Pueblo en Egipto.
Dios va a liberar a su pueblo, pero exige una respuesta. Dicho así: Dios propone y el hombre se dispone. He escuchado, ahora bien escuchen también mi propuesta. En Familia han de ofrecer con expiación un cordero sin defecto. Lo mejor, pues a Dios se le ofrece lo mejor no lo que me sobra, el amor no mide costos. El acto de respuesta es en familia, un acto que limpia el pecado, elimina la culpa y pone al pueblo es preparación para la marcha. Y cuál es el signo de la obediencia absoluta la sangre. Esa sangre que muestra exteriormente aquello que hemos recibido interiormente. Un signo exterior de la gracia interior.
Lo impresionante de esto es que ese cordero carga el sufrimiento de todos y los alimenta para comenzar la caminata donde él será el proveedor y protector.
He visto el sufrimiento de mi pueblo, he visto el sufrimiento de mis Familias. He escuchado sus gritos. Dios no es indiferente a lo que nos acontece. Si bien es doloroso, el realmente comprende el dolor, pues el se hizo dolor por nosotros. Y vean que estoy en el plano meramente de lo humano he visto, he escuchado sus heridas, dolores y angustias han sido escuchados. Qué hemos de hacer?. Quedarnos a llorar y tomar la cabeza entre nuestras manos y mecernos como un junco o debemos ponernos en camino.
La celebración de la primera Pascua en Egipto, la celebración de la Pascua nueva y eterna de Jesús en Jerusalén no diferencia en mucho a la realidad histórica de nuestra Pascua de hoy. He escuchado tus gritos, he visto tus heridas te veo en tu situación. Toma el Cordero (Eucaristía) y sacrificadlo en casa en Familia, unta los dinteles de tus puertas con mi sangre y no llegará la muerte a tu casa. Prepárate a caminar a la tierra prometida, yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos y mi eternidad.
No sé a ustedes pero a mi me llena de emoción que sea tan real y tan actual la Pascua. Las circunstancias son tan apropiadas para apropiarnos del mensaje y creerlo. Tener esa confianza en Dios. Creerle que con él no es lo mismo que sin él. Dios no engaña, Dios no defrauda. Acaso nos ha abandonado ?, acaso nos ha dejado ?.
No es una esperanza basada en la ficción de duendes y hadas, no es una esperanza basada en promesas de enamorados de verano. Es la promesa de un Dios único, hecho carne entregado y sangre derramada donada para ser nuestra salvación. En quién sino en él debo poner toda mi confianza, pues aunque camine por valles oscuros nada temo su mano y callado me sostienen.
No estamos solos, no estamos huérfanos, no estamos abandonados. Es aquí donde con mas claridad estamos viendo la mano de Dios en acción. Pues este desierto lo pasamos juntos.
"Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Yo soy el SEÑOR su Dios y ustedes sabrán que fui yo quien los rescató de la opresión de los egipcios. Los llevaré a la tierra que juré darles a Abraham, Isaac y Jacob. Tan cierto como que yo soy el SEÑOR, que esa tierra será de ustedes”.
Con Dios a golpe de sorpresas.