Tomó el Pan y lo Partió.
En el Padrenuestro a diario pedimos con mucha confianza danos hoy el pan de cada día, ese pan que calma el hambre y nos da vida.
Cómo Dios nos da ese pan de cada día?. En el Antiguo Testamento el pueblo salía cada día a recoger el maná, Pan bajado del cielo. El Señor le dijo a Moisés: «Como verás, yo voy a hacer que les llueva pan del cielo. Para ver si ustedes obedecen o no mis leyes, cada uno de ustedes debe salir todos los días y recoger la porción para ese día, pero el sexto día se prepararán para guardar una doble porción de lo que acostumbran recoger todos los días.» Ex 16,5
Dios nos da ese pan del cielo, pero nos corresponde recogerlo del suelo, es decir, que es ese trabajo Divino en equipo por medio del cual cada uno pone su parte. Uno de los errores que se cometieron en la evangelización en muchos lugares del mundo fue el llamado asistencialismo o paternalismo exagerado. El satisfacer las necesidades de esas comunidades o pueblos de manera inmediata sin ningún esfuerzo de su parte. Cuál fue el resultado?. En el momento que cambiaron las situaciones globales, las economías se hicieron antropófagas y los resultados de ese modelo no se vieron, hubo un gran decepción y persecución. Se había hecho un mal.
Luego llegamos los misioneros ya no con contenedores llenos de comida y ropa sino con proyectos productivos donde se tenía que crear responsabilidades y disciplinas, una nueva palabra se hizo viral en estas latitudes, desarrollo integral. Salvemos a la persona integralmente, no simplemente demos de comer y anunciemos un mensaje, sino que en una red necesidades lleguemos a la totalidad del hombre en la totalidad de su ambiente respondiendo a las necesidades reales y no aparentes o las peores las creadas por nosotros.
Titánica tarea que llevo muchos años en deconstruir para reconstruir. El resultado fue la combinación de piezas que encajan de manera sencilla, sin forzar las realidades sino yendo a un ritmo natural. Se llaman procesos.
Sé que alguno dirá que el hambre no da esperas, que las realidades son diferentes, que las necesidades son otras. Me pedirás que mire por la ventana y vea esa cantidad de personas que están cerrando calles y gritando con baldes en las manos por que tienen hambre. Eso es verdad. Pero no puedo dejar de pensar porque un numero significativo se aprovecha de las circunstancias para llenar despensas a costa de los que verdaderamente lo necesitan.
Estas realidades desenmascaran las humanidades donde el principio del compartir, del mirar al prójimo, de ayudarnos no se piensan. El interés egoísta supera la efectividad del donante y se instrumentaliza al otro con la expresión del aparente deber. Es que me tienen que dar, no me han dado, ha otros han dado...
Entonces no debemos dar?. No estoy diciendo que no demos, estoy reflexionando sobre la forma de dar. Dar inteligentemente. Una verdadera ayuda va de la mano con satisfacer las necesidades reales, tiene que tener una verdadera comunión entre el que da y el que recibe. Responder a lo que esta pasando. Una ayuda no pensada y no necesaria hace mucho daño. Me viene a la mente una de las verdaderas carencias, la sinceridad. Imaginemos que cada uno de nosotros en las circunstancias que estamos viviendo creásemos una herramienta para pedir y dar lo necesario y que haciendo uso de los valores cristianos y humanos más elementales en una red de ayudas reales cada uno fuera capaz de decir esto lo necesito y lo otro no.
Con Dios a golpe de sorpresas.