El arte de Celebrar
El cuidado y la delicadeza en el celebrar los acontecimientos de la vida y aquellos que nos dan la Vida son el motivo de mi reflexión esta mañana. El día de ayer tuvimos la gracia de vivir una celebración cargada de contenidos en palabras y en gestos. Las primeras comunidades cristianas definieron desde el comienzo el modo de celebrar la Vida del que estaba muerto y que marcó las pautas para ese re-encuentro.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,42-47):
Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando....
El arte de celebrar se da en el encuentro, el ponernos de acuerdo para vivir de manera plena el sentimiento que nos une. Qué es lo que nos reúne? Re-une. Cada encuentro marcado por aquello que nos ha alimentado y a provocado en nosotros un cambio por la evocación de aquello que nos une. Eso es celebrar. Convocar entorno aquello que evoca y provoca una transformación profunda.
La comunidad persevera en ese encuentro, no cada ocho días sino cada primer día de la semana, la forma de hablar también marca la importancia. Pues no es el futuro el que nos va a unir sino el presente próximo. Ese encuentro rompe muros y abre puertas, disipa miedos y sana recuerdos porque el presente moldea el mañana. El Presente se hace presente. Dios se hace presente en medio de los reunidos que esperan y le esperan. No es una posibilidad sino una cita. He ahí la fuerza del que espera al que ha de llegar sin demora, en la puntualidad del amor que no se hace esperar.
Ese encuentro donde las palabras fluyen y se hacen oración y escucha. Escucha y acción. Con los presentes o regalos impagables e incomparables la humanidad misma. Realidad de cuerpos no virtuales sino reales que en unidad se funden en un mismo amor que los consume, nunca mejor dicho, comerse el uno al otro. Donde el que come se alimenta y el que es comido se renueva para ser alimento fresco. Esa Comunión compartida. Y después de esa entrega generosa y quedando no el recuerdo sino el encuentro la alegría que se desborda se hace luz y perfume para los que rodean.
Así deben ser nuestras celebraciones, cargadas de encuentros, de momentos y de amores que a través de gestos manifiestan lo que hay dentro. La imagen del Bonsai es muy ilustrativa, pues es en el cuidado y en el tiempo y conocer los cambios y adelantarse a los posibles errores donde se va construyendo la belleza. Ese intrincado camino del quehacer del ser en la espiritualidad de ese encuentro que se deja modelar algunas veces con dolor por esas manos que llenas de experiencia saben hacer del ser lo que debe hacer.
Esa es la comunidad que en donación total persevera en la enseñanza del maestro que con toda delicadeza y profundo amor tiene en sus manos el transformar algo frágil y pequeño en algo fuerte y hermoso en el tiempo. Ese proceso natural del crecer pero con la perfección de aquel que conoce el camino y destino.
Ese es nuestro celebrar y de allí nuestro perseverar, el descuido en el cuidado podría convertirse en desidia que dañaría la belleza del crecimiento. Me gusta mucho la expresión del perseverar por que se parece a preservar. Si perseveramos nos preservaremos y alcanzaremos la belleza de la eternidad. Eternidad en la cual ya no hay dolor y poda en el crecimiento sino belleza presente que supera el entendimiento y no es que no se deba hacer algo más sino seguir siendo.
Gracias por el arte de la celebración en la cual se vive haciendo lo que se esta sintiendo. Un amor que se deja llevar haciendo para ser siendo. Un amor que se deja amar amando y modelar confiando.
Con Dios a Golpe de sorpresas.