A quién buscan...


Una hermosa imagen entre lo que es real y lo que se refleja. La vida cristiana es ese perfecto reflejo en el mar de nuestra vida de lo creemos. Es ser otros Cristos. 

La pregunta que surge es el ¿ Cómo?. La imagen que he colocado hoy me ha ayudado esta mañana para poder reflexionar un poco sobre ese cómo. Dios es su infinito amor nos ha hecho a su imagen, es decir, hemos sido creados según su semejanza. He ahí lo divinos que somos, sin embargo vino la oscuridad al mundo y nos montamos en nuestra barca en la oscuridad de nuestras autosuficiencias. No obstante en medio de esa oscuridad tuvimos que atracar y dar cuenta que en la oscuridad sin ningún horizonte no vamos a ningún lado. 

Y vino La Luz que nos ha permitido mirar con claridad el horizonte con esperanza  y darnos cuenta del pasado infructífero. Su Luz nos hace ver La Luz. Es gracias a ese Sol que no conoce ocaso que nosotros podemos ver y vernos. La Palabra se hizo carne y puso su morada en medio de nosotros. Lo humano y lo divino, dos naturalezas en una sola persona. Un cuadro que nos hace entender a Dios que ha bajado y tocado la humanidad de nuestra agua para que nosotros subamos y toquemos la divinidad de su cielo.

Al observar la imagen con esas claves teológicas y humanas el resultado es la fuerza de su Palabra hecha imagen, todo lo ha hecho bien. Ahí esta la fuerza de su Palabra que no busca convencer sino seducir, no busca imponer sino proponer. Es allí donde con claridad vemos que no somos la Palabra final sino los instrumentos que buscan transmitir las mociones de su querer. 

Es preocupante cuando la fuerza de la Palabra es menguada por las tinieblas del que las predica, pues asumiendo que es su valía y no la fuerza de Dios mismo el que obra el querer y el poder, quien acompaña el crecer y el fruto. Entonces el artista no esta creando sino plasmando aquello que en su interior grita para ser puesto en color para ser contemplado. 

Los resultados no son medidos por la cantidad de creyentes, sino por los creyentes con resultados. La lógica de los resultados debería ser no por el número de afectados sino por el número de resultados. Resultados que en clave bíblica es lo que nos habla el capítulo 2 del libro de los hechos. Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.  Una verdadera felicidad con olor de cielo. 

Y he de insistir que no depende del instrumento. El que precede y acompaña es la fuente de la que dimanan todas las gracias. Es Él, el sembrador y semilla, es Él, el labrador y alimento, es Él, el árbol y el fruto y es Él, el alimento. 

Con Dios a golpe de sorpresas.

CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A TODOS LOS FIELES PARA EL MES DE MAYO DE 2020


Queridos hermanos y hermanas:
Se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. En este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual.
Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo. Ustedes pueden elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir.
Además, les ofrezco dos textos de oraciones a la Virgen que pueden recitar al final del Rosario, y que yo mismo diré durante el mes de mayo, unido espiritualmente a ustedes. Los adjunto a esta carta para que estén a disposición de todos.
Queridos hermanos y hermanas: Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de corazón.
Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2020
Fiesta de san Marcos, evangelista


Francisco


Oración a María
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, 
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, 
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.



Oración a Maria

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma.

Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas.

Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad. 

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! 
Amén.



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